.

.

jueves, 28 de julio de 2011

Ante todo...

Grandes Pensamientos Urbanos

Cada día me despierto preguntándome qué soy.

Hoy he descubierto que no hace falta ser nadie ni nada, cosa fácil pensaréis, pues ya os digo yo que no, no teniendo la vida que he tenido o sigo teniendo.

Recapitulemos, con 6 años yo era esa niña con los dientes separados, risueña y feliz. Como todo niño de esa edad, pero con la diferencia de que todo el mundo se reía de mí y no, no era conmigo.

¿Pero qué más me daba a mí? Yo me vestía de caperucita roja y repartía por el colegio piruletas con una sonrisa imparable.

Pero el tiempo pasa y vas creciendo, vas creciendo con gente que únicamente te desvalora y te insulta por ser feliz, que paradoja.

Todo te da igual con esa edad, pero llegas a los 13 y esos días felices se tiñen de angustia. Te miras al espejo y solo puedes preguntarte ¿qué hago mal?

Y no, nunca encuentras respuesta

Cada día, vas al colegio con una ilusión nueva, con ganas de afrontar el mundo con una sonrisa aún sabiendo que en la salida estarás hundida, llorando y odiándote.

Dejas el colegio y empiezas una nueva etapa, el instituto. Pero no, sigues estando en ese maldito infierno, ese pueblo donde no eres aceptada, con esas personas…

Entonces para qué juntarte con ellas, no, no merece la pena. Pero esas personas no tienen suficiente con insultarte, ponerte motes, cantarte canciones, dejarte sola, nah! Prefieren pasar a la acción y pegarte a la salida.

Y tú, que aún eres esa niña estúpida no te defiendes, no le plantas cara. No tienes fuerzas de hacerlo una vez más.

Pero todavía no han saciado su ansia de “malotes”, hasta que no consiguen que TODO el instituto vaya detrás de ti gritando “pelea” no están contentos.

Y no, no vas a combatir contra 600 personas, pasas una y otra vez.

Lo peor es que todo el mundo te conoce, hagas lo que hagas saben que eres Ana Libertad, con ese nombre antes tachado y olvidado de manos falangistas y que ahora solo sirve para burlarse de él.

Todo el mundo adora el recreo, yo no, o por lo menos antes no. Solo servía para pasar por delante de todas esas personas (en grupos) que te observan y te critican por cualquier cosa que hicieras o llevases.

A si que, por qué darles ese gusto, te ibas cada día a la biblioteca con tu novela de 900 páginas y te evadías durante 30 minutos. Sí, muy #ForeverAlone

Pero hay algo que odiaba en exceso, los trabajos en grupo, donde todas las personas se peleaban por no ir contigo. Y como no, putas clases impares.

Llega ese año, en el que consigues tener una amistad, la verdad ya la tenías pero eras tan sumamente tímida que tenías miedo de decir ni si quiera un simple “Hola”, por eso de que tienes miedo de fastidiarlo todo. ¿Por qué ibas a caer bien a una persona si todo el mundo te odiabas hasta ahora? No, algo debía fallar, y claro que fallaba algo, tú. Sin querer, poco a poco, estabas dejando de ser quien eras, ya no quedaba rastro de esa niña risueña. Ahora solo eras un autómata que no se movía de la silla de clase. No tenías miedo pero se podría decir que odiabas a todo el mundo.

Tardabas meses para conseguir una simple conversación con alguien que al fin te apreciaba pero tú eras tan patética que sabías que no podían apreciarte.

De repente consigues ser uno más y todo va bien hasta que te das cuenta de que el único tema de conversación son los novios.

Pero señores donde quedan los videojuegos, los libros, las series, la música, el wow (y sí, tenía que formar una categoría solo)!!!???

Para ellos pasas de ser “nada” a ser “friki”… Les dices, claro es que soy fiki y se extrañan de que lo reconozcas. Malditos muggles!!!

Y llega ese día en el que conoces a una persona que realmente te cae bien, aprendes de ella, sigues todos y cada uno de sus pasos. Te aprendes incluso sus movimientos.

Le consideras lo más importante que te ha pasado y en cierto modo lo es porque has cambiado en las decisiones que marcarán tu futuro.

Pero no quieres molestar, hay algo que no cambiará y que se te ha gravado en lo más profundo de tu interior “eres patética”. Todos lo dicen, incluso el espejo muestra que es así.

Te crees incluso madura por tu pasado, que a pesar de ser como es te ha aportado fuerza y decisión.

Pero no, aún tu interior cada vez que estás con alguien a quien aprecias te recuerda lo patética que eres, te recuerda que por mucho que hagas nunca estarás a la altura de las personas que te rodean.

Y si las reglas están para saltárselas y el destino no existe, entonces poco a poco solo queda destrozar a ese interior podrido creado por esas personas que te odiaban y por ti misma.

Entonces es cuando te das cuenta de que aún está ahí esa sonrisa que marcaba cada día, pero también de que eres una inmadura cría a la que la queda mucho que aprender.

Aprender a ser quién es en realidad y aunque suene estúpido aprender a dar abrazos.

Ahora todo se vincula a eso, la gente me deja de hablar por ser sosa. Pero no, ya no soy esa niña manejable ahora soy un intento de persona.

Seguro que os he aburrido mucho, eso si os habéis leído la entrada entera.

Pues claro si es que eres muy pesada ya te lo decía yo...

Os dejo esta canción...

lunes, 18 de julio de 2011

El monólogo de la semana: Ángel Martín

Hoy vuelve a resurgir el blog para no dejarse morir de nuevo, y vuelve con una nueva sección que algunos odiaréis y a otros puede que hasta os guste.
Una de mis pasiones, los monólogos.
Y empieza con uno que me gusta especialmente de Ángel Martín:
Leyendas Urbanas