.

.

jueves, 21 de junio de 2012

Tiempo marchito...


Y sigues pensando que el mundo nunca se parará
que seguirá incesante, escuchando el crepitar de la vida
recordando que tenemos esperanza, que alguien estará a nuestro lado
Pero no hay nadie, ni nada.
Ni siquiera el crujido de las cortezas de los árboles,
ni los pájaros piando,
ni tan siquiera el eco de un mundo que te sumerge, erguido por la necesidad
de quienes se creen dueños de la existencia.
Y sigues murmurando, a mis espaldas, que no hago nada
que hablo demasiado,
que no te necesito.
Y es ahora más que nunca cuando mis ojos no pueden ver más allá
de lo que concierne a tu vida y a mis sentimientos.
Al mundo y al oráculo de pensamientos que acontece a la grotesca realidad.
Añoro el silencio de las miradas, de las canciones olvidadas,
de las conversaciones que se acaban.
De un momento asfixiante e inconexo que nos enjaula.
Trepar por un mar infinito que sacie tu sed de sangre.
Me consumo entre cerillas donde solo soy una estancada llama,
prisionera de la nada,
guerrera del temperamento,
paladín de los sueños,
azar de la felicidad.
Sin oxigeno marchito en un océano de lúgubres tinieblas.
Raíces se apoderan de mis extremidades
mientras suplico por mis vulnerables pasos,
dolorida por las almas que posen mi sustento.
Mi victoria aplacada por las miradas de quienes de verdad son ganadores.
Obradores de perder mi sueño.
Reflejos excitantes de lo que nunca seré.
Maleficios enrevesados por la monótona y sombría niebla
que recubre nuestras sombras.
Mientras fluyen las letras que suplican un aliciente para ser quien soy,
dando no más que truculentos momentos
que se olvidan sin ser nada más que tiempo.
Tiempo marchito.

El magnetismo realista de las sombras.


Volvía a estar tirada en el césped, arrancándolo, pensando que eso acabaría con todos mis “problemas”, que la inmensidad del tiempo me dejaría tranquila y podría vivir sin que mi mente me recordara únicamente lo triste que soy.
Pero no, no puedo sentirme más agobiada. ¿Sabéis esa sensación de tener un nudo en la garganta que solo se apaga si lloras? Bueno, pues yo lo tengo constantemente.
Un dolor insaciable, esa sensación de no encajar en ningún sitio, de molestar a las únicas personas a las que pareces importarle.
Y seguía mirando al cielo, sin ni siquiera una nube. Una inmensidad sin preocupaciones.
No entiendo por qué la gente se esmera tanto en buscar formas en las nubes. Seré rara, yo las busco en las sombras. Llamarme oscura, pero son mucho más interesantes. Y no me refiero a buscar en las que nos dan miedo cuando somos pequeños, si no en las de cualquier cosa. Incluso tu propia sombra esconde una realidad mucho más cercana a lo que eres. No se las da importancia, pero engloban el magnetismo que hace que algo nos atraiga más o menos.
Pero, ni siquiera las sombras me hacían sentir más viva. Lo único que conseguía era sentirme más sola y olvidada.
Me agobia la gente y a la vez, en este momento, no aguanto estar tan sola.
Entonces, llegan esas personas que solo te haban y te ayudan por pena. Otras, que te importan tanto, que ni siquiera hablas demasiado con ellas porque te da miedo molestarlas (aunque ni siquiera a ellos les importes) y acaban desapareciendo. Luego están, con las que hablas de cosas insustanciales y muy de vez en cuando. Y por último, las que únicamente te critican y a la vez te copian.
Pero, todas ellas están en una constante y cercana lejanía.
No hay nadie en tu mundo cotidiano, todo lo haces sola y eso, acaba cansando.
Por lo que, dejas de  hacer cualquier cosa, dejas de salir de tu casa, olvidas el mundo, y acabas desesperada ante una realidad que no quieres.


martes, 12 de junio de 2012

Truculenta monotonía.

Es curioso que siempre que quieras escribir no puedas. Y solo sea cuando a algo llamado inspiración le apetezca. Es doloroso que la mayoría de las veces solo sea porque te sientes perdida, necesitada u olvidada. Es triste que la mayoría de veces escribas sin ver porque tus lagrimas se quedan estancadas en tus ojos.
Sin embargo, muchas veces te salen palabras perfectas en lugares donde no puedes plasmar nada y las que creías grandes palabras se pierden.
Hay otras veces que es peor, en las que tu mente está ocupada haciendo cosas sin importancia y una palabra, persona, canción o simplemente sentimiento te hace necesitar escribir. Pero sabes que nunca saldrá nada en condiciones porque no usarás las palabras indicadas.
Hoy estoy en el último grupo, así que no esperes mucho de mí.
Aunque, es mejor nunca esperar nada de nadie. Así cuando alguien te da algo te sientes viva, pero si no te lo dan, como sucede la mayoría de las veces, la decepción no es tan grande.
Resulta odioso sentirse pequeña, o mejor dicho, resulta odioso que te hagan sentir pequeña. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que quizás lo seas...
Esos momentos en los que no consigues nada porque nadie te ve. Esos momentos en los que no puedes dar más porque no te dejan o porque no puedes. Esos momentos en los que se olvidan de ti por no ser nada. Esos momentos en los que te sustituyen por otra persona.
Es frustrante gritar y que no te escuchen. Luchar y no conseguir nada. Aburrirte y no saber que hacer. Querer y que no sepan quien eres. Escribir y que no te salgan las palabras. Hablar y no tener voz.
Recorrer caminos únicamente con una banda sonora triste que te destruye y te hace más pequeña. Donde no hay césped para arrancarlo, ni nubes en las que buscar esperanza, ni palabras reconfortantes, ni siquiera niebla donde esconderte.
Soñar...
¿Soñar para qué? ¿Para no poder hacer realidad nunca tus sueños?
La esperanza se pierde de forma desorbitada cuando las palabras se pierden y tus expectativas se vuelven inalcanzables.