.

.

domingo, 16 de octubre de 2011

Nada ni nadie.

Ya me da igual todo... Soy como soy y no pienso cambiar por nada ni por nadie.
Hasta ahí bien, hasta que te das cuenta de que,en muchas ocasiones, te odias a ti misma y otras, en cambio, te intentas gustar o al menos das a conocer esa posibilidad.
Ahora es cuando yo misma me pongo mis límites y mis prohibiciones. Pero no es bueno, no puedo querer a nadie porque tengo un ejemplo de perfección que nadie supera. Nadie supera...
Y cuando todo parece cambiar, cuando empiezo a sentirme diferente, también comienzo a odiarme culpándome de que eso no es lo que de verdad quiero.
En realidad, para qué querer algo, para que necesitar nada.
No hace falta nada...
Pero ¿para qué? ¿Para ser feliz?
Dudo que eso sea la felicidad. ¿Para qué hay qué ser feliz?
¿Y si eso no es lo que quieres?