.

.

jueves, 25 de julio de 2013

¿Qué?

En ocasiones me desmorono, me dejo llevar por el incesante influjo de malos presagios. Evito pensar que queda esperanza, que puedo vivir de ilusiones, de sueños rotos y de promesas olvidadas.

Otras, simplemente, vivo de algo meramente pequeño, algo que pasa totalmente desapercibido por el mundo, pero que crea en mí tal apreciación por la vida que puedo dejarme llevar sin pensar en el maldito tiempo que acecha a todos.

Pero esto suena demasiado típico, demasiado insustancial, demasiado perdido para ser real. Nada dura lo suficiente como para que nos conformemos.
Y como siempre, somos idiotas, nos aferramos a recuerdos, a personas, a presentimientos, una y otra vez. Destrozándonos y reconstruyéndonos continuamente.
Nada tiene sentido. ¿Y para qué sirve que lo tenga?
¿Caos? Infinitamente mejor que orden.

Y así está mi mente últimamente, destartalada, perdida entre unas cosas y otras. Deseando resurgir en un mar de tristes recuerdos. Ligada a la locura. Y mejor, si no... ¿Qué esperanzas hay?


jueves, 4 de julio de 2013

I am the architect of my own destruction~

No me gustan las cuentas atrás. Por eso pocas veces las hago. Hay números que odio y que prefiero que no me sigan persiguiendo... Pero eso no es problema de un símbolo, es problema de las personas. Así que, en este momento, puedo llegar a otra conclusión, odio a las personas.

Últimamente transito el mundo intentando no pensar demasiado, pero es odiosamente imposible.
Los malditos recuerdos se aferran a mí, sin querer dejarme vivir.
Las personas te utilizan y se van. Da igual cuantas veces te hayan dicho que estarían. Nadie. Nadie se queda.
Tú no eres más que una indigesta célula de la que abusar mientras la necesitas, que más tarde intentarás olvidar, renegando de lo que en un momento tuviste.

La veracidad de las circunstancias se pierde por segundos. Los rincones de cualquier recuerdo están llenos de amargura, antes insustancial, ahora inanimada.
No somos más que tristes presagios del anhelo, de las fluctuaciones perversas del mundo.
Nos ceñimos en únicamente llevar nuestra vida atada a fechas, números, tiempo...
Pérdida de uno mismo, que no nos lleva más que a la mediocridad, de la que tanto huimos.

...Y aquí estoy, mirando cada palabra que escribo con un nudo en la garganta, sintiéndome sola y perdida.
Hastiada, deambulando en círculos constantemente, equivocándome a más no poder. Y ni siquiera puedo romper las páginas que me marchitan. Ni siquiera puedo llorar, ni desahogarme.
Tan solo mentirme a mí misma, diciéndome que todo va bien. Con la mirada perdida, la mente ocupada y el interior vacío.