Renace el fénix de sus cenizas naufragando
por la tranquilos caminos, serpenteados por tenaces ruidos.
Angelicales tal vez o necesarios para el inconexo
mundo que se rinde a nuestros pies.
Albergan lágrimas de almas que con suspiros pueblan el viento.
Silbando trágicamente de puro terror.
Ambiente cargado de guturales pensamientos nublados
por la irónica paradoja de la sabiduría.
Líneas entreabiertas que fluyen poseídas por la voz.
Espejos relucientes que muestran únicamente parajes sombríos.
Lúgubres seres aparecen tras cortinas de brumosa tranquilidad.
Miradas que derribarían la inquietud de cualquiera.
Profundas, penetrantes, a lo alto del camino.
Pasos que duran siglos, pisadas pausadas y
desatendidas. Cambiando la imperfección
del destino.
Dentelladas de esfuerzo y truculenta proximidad
a las increíbles definiciones del paisaje.