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viernes, 28 de febrero de 2014

Libertad.~

Todo el mundo,
desea libertad,
pero nadie
me desea a mí.
Libertad.
Anhelan libertades enjauladas en sombras
libertades disminuidas hasta la mínima expresión.
Estados de comodidad
donde se ahogan
en su propia esencia
o en su propio sinsentido,
para acabar viviendo,
malviviendo,
en su desidia.
Dementes demasiado cuerdos
encerrados
en una ridícula montaña,
creada por sueños desechados.
Deambulando por caminos inconexos
a los que llaman rutina.
Imbuyendo de triste monotonía sus vidas
dejándose llevar
por una libertad
infestada
tóxica
coartada
diluida
intransigente
desamparada hasta el olvido
congelada pero inherente.
Y olvidan,
vivir.
Sincronizan las riendas
de piedras sin alas
incrustadas en abismos.
Llaman libertad
a puños cargados de agonía,
que no les dejan
imaginar lo inimaginable.
Enraízan sus falanges
a la simpleza
de la mediocridad.
Y se preguntan
por qué, no saben, volar.
Utilizan paracaídas raídos
hasta olvidar sus utopías,
y se enfrascan en la vigilia
de días pasados en vano.
Se hunden en el barro
de sus jaulas antilibertarias,
y encriptan sus ilusiones
hasta perderlas.
Libertad,
más que una anestesia
que salvaguarda tu realidad.
Más que una luna rota
prendida por oscuridad.
Más que una utopía.
Más que una estatua.
Más que,
una maldita empresa de seguros
que encarcela tus sentidos
y disloca palabras.
Libertad.
Más que una palabra,
un nombre.
El nombre del vértigo
ante el fuego en sí.