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domingo, 22 de abril de 2012

Sonrisas irónicas, sádicas y macabras.


Observaba las nubes como nunca lo había hecho, escuchaba el sonido de las teclas del ordenador mientras estas eran golpeadas por las yemas de mis dedos. Una sensación que adoraba. El viento calaba mi cuerpo, pero aún así, era uno de esos días que tanto le gustan a todo el mundo. Soleados, donde no llueve, donde la gente queda con sus amigos para hacer cosas increíbles o cosas llenas de hipocresía. En fin, a mí eso me da igual, odio esos días, odio este día, odio todos los días que pueda haber. No, eso es una exageración, no odio todos los días pero este en especial sí. Yo soy de esas personas que aman los días de lluvia, nublados. Cuando respiras en una tormenta sientes que puedes encontrarte a ti mismo en toda esa soledad. Pero hoy no tocaba ser feliz, hoy tocaba sentirme vacía, perdida, olvidada, alejada de todo. Aunque hubiera personas cercanas, en realidad estaban a kilómetros de distancia. Con esto no quiero decir que sea una egocéntrica, simplemente que en este momento el mundo no me necesita. Más bien, que yo necesito al mundo, pero este no quiere brindarme su mano. O quizás, no sé como amarrarme a ella y liberarme de toda esta ira que se apodera de mí.
Pasaba mis dedos por el césped, húmedo, como si eso fuera a servirme de algo. Pero la verdad no encontré nada con eso, solo sentirme más perdida. Hay dos clases de personas, las que acarician el césped y las que lo arrancan. Yo soy del segundo grupo, como ya habréis podido averiguar después de las infinitas tonterías y paranoias que puedo decir a lo largo del día.
Eso es una de las cosas que me hace ser inaguantable para el resto del mundo. Pero si ellos no me animan, al menos lo hago yo misma.
Y todo seguía igual, mi mente dando vueltas, mis manos siendo lavadas una y otra vez, las cosas siendo ordenadas por números, las escaleras siendo subidas de una forma peculiar y extraña… Sí, probablemente podáis pensar que soy extraña, o más bien, que estoy enferma. Pero me conformo con pensar que simplemente estoy loca.
Últimamente me daba absolutamente igual todo, o eso quería pensar yo. Pero lo único que hacía era perderme yo misma en un bucle infinito incansable de cosas absurdas y sin sentido. Lo que se puede definir en simplemente caos. Pero a pesar de lo que se pueda pensar, el caos me gusta. En realidad es una grata forma de ordenar las cosas.
No siguiendo las pautas de lo que hace la masa, ni los animales, ni siquiera la propia naturaleza en su más puro estado. No, simplemente, encontrando lo que de verdad eres.
La gente se estresa y se deprime porque no se encuentran, porque piensan que no son nada, que cuando mueran (cosa que les aterra)  no habrán dejado huella en el mundo.
Yo no creo que esa actitud lleve a ninguna parte. Es algo de lo más egocéntrico. ¿Qué más da que tras tu muerte nadie sepa quien has sido? ¿Qué más da perderte en las millones de generaciones que existirán? O más bien… ¿Qué más da que nadie recuerde tu nombre?
Tan solo es un nombre y unos actos. Lo primero ni siquiera lo eliges tú y lo segundo, a decir verdad, en muchas ocasiones y para muchas personas que se dejan influenciar por todo, tampoco.
Esas personas, con esos pensamientos, se pierden en el futuro, siendo autómatas durante toda su vida, porque no saben apreciar el valor del anonimato. La clave para conseguir saber quién eres es simplemente saber buscar en el sitio correcto. Y el sitio correcto no son los millones de personas que te rodean, eres tú y lo que se esconde en tu interior.
Como decía, estoy loca, nada demuestra lo contrario y ha llegado un momento en el que me da igual estarlo.
Seguía sumiéndome en mis pensamientos cuando me vino una imagen a la mente.
Salía a la calle, ese lugar donde la atenta mirada de todo el mundo se dirigía a ti, por una sencilla razón, ser diferente, al menos en ese lugar.
Pero ese día era distinto, blandía una espada. De la nada empezó a brotar un fino hilo musical que reconocí al instante. No era como esos de los supermercados, pastelosos, que en lugar de tener ganas de comprar comida o cualquier cosa que se precie, tienes ganas de vomitar y de matar a toda esa gente que te rodea, pero no, en lugar de eso pasas inadvertido y te consumes poco a poco. Pero de matar gente va la historia, no nos desviemos. La canción que sonaba en ese momento era la banda sonora del videojuego Skyrim… “Dovahkiin Dovahkiin Naal ok zin los vahriin”. Me infundó la energía necesaria para hacer lo que hice a continuación. La gente miraba hacia el cielo, sintiendo pánico al sentir que alguien, o algo, había puesto banda sonora a ese día y a ese momento, y no estaban dispuestos a aceptarlo. Pero antes de que pudieran actuar, hendía la espada en sus cuerpos, que momentos después caían al suelo, sin vida, dejando un charco de sangre a su alrededor. Un pueblo consumado a manos de una joven loca, hastiada del mundo. Más tarde llegó el fuego, todo se llenaba de llamas, que a su vez se mezclaban con el hedor a cadáveres y a sangre.
Estas son todas esas cosas que piensas y que nunca haces… Desvaríos mentales que crean sonrisas irónicas hacia un lado, un tanto sádicas y macabras en momentos normales de la vida cotidiana que te recuerdan tus pensamientos.

martes, 3 de abril de 2012

Desheredada social...

Ya ni siquiera sé que debo hacer. Las palabras se insertan en mi interior y no me dejan entrever lo que sucederá a continuación. Ahora cada vez que intento escribir algo, la inspiración no me acompaña y todas las palabras que consigo impregnar en el papel me parecen verdaderamente pésimas. A si que me reservo de compartir tales letras vacías en el blog y twitteo lo que siento. Tras hacer esto, siempre hay un twitstar gilipollas (gilipollas en plan mal) que te dice "solo intentas dar pena" cuando verdaderamente solo intentas desahogarte porque bastante tienes que ocultar tus sentimientos en el exterior. Pero en fin, ante eso FUCK THE WORLD.
Ahora bien, simplemente diré que cada día que pasa me siento más confinada en un intenso bucle de desesperación ante casi todo, porque la soledad se aferra cada día más a mí. En realidad la soledad me gusta. Lo que no me gusta es como llego hasta ella. Odio como la gente me utiliza, da igual las experiencias por las que pase o los "amigos" nuevos que aparezcan. Siempre es la misma historia, siempre me acaban haciendo daño, siempre vuelvo a caer como lo que soy, una auténtica estúpida. Estoy harta de ser fuerte. Tampoco es que pida lo que doy yo en una amistad, porque eso es realmente difícil, simplemente que me escuchen y que no se giren a la primera de cambio. Cada vez que conozco a alguien, siempre se acaba cansando de mí, no encajo en ninguna parte. A si que lo mejor será no seguir intentándolo. Siendo simplemente, una desheredada social...

Es realmente frustrante que todo el mundo vaya en contra tuya pero, en fin, no puedo hacer nada. Tengo ganas de romper todo, de gritar a la inmensidad, de matar gente, de preguntar sin esperar respuesta. Tengo ganas de cambiar de vida. Quizás eso llegue, pero no ahora. Ahora solo me queda la música, mi único fiel compañero.