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jueves, 25 de julio de 2013

¿Qué?

En ocasiones me desmorono, me dejo llevar por el incesante influjo de malos presagios. Evito pensar que queda esperanza, que puedo vivir de ilusiones, de sueños rotos y de promesas olvidadas.

Otras, simplemente, vivo de algo meramente pequeño, algo que pasa totalmente desapercibido por el mundo, pero que crea en mí tal apreciación por la vida que puedo dejarme llevar sin pensar en el maldito tiempo que acecha a todos.

Pero esto suena demasiado típico, demasiado insustancial, demasiado perdido para ser real. Nada dura lo suficiente como para que nos conformemos.
Y como siempre, somos idiotas, nos aferramos a recuerdos, a personas, a presentimientos, una y otra vez. Destrozándonos y reconstruyéndonos continuamente.
Nada tiene sentido. ¿Y para qué sirve que lo tenga?
¿Caos? Infinitamente mejor que orden.

Y así está mi mente últimamente, destartalada, perdida entre unas cosas y otras. Deseando resurgir en un mar de tristes recuerdos. Ligada a la locura. Y mejor, si no... ¿Qué esperanzas hay?


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